martes, 13 de enero de 2015

Ser libro,... ser oficio,... ser trabajo,... ser herramienta,...ser persona. El placer de aprender un oficio desde las mas viejas civilizaciones, significaba además de un gran reconocimiento y respeto social, la necesidad de ser parte de un mundo que se desarrollaba en comunidad, todos dependían de todos, cada uno ejercía una actividad que repercutía en los demás. 
¿En qué momento perdimos el norte? Cómo hacemos para inculcar en los jóvenes la importancia y el amor y respeto por el trabajo, si no hacen más que toparse con un mundo descarnado, egoísta y que sólo les incita a trabajar por el dinero y por la necesidad de llegar a la cima del éxito espúreo del poder?

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